Reflexiones
después de la tormenta
Recientemente mi familia y quien escribe han pasado
momentos muy duros emocionalmente hablando, y esta situación a todos nos ha sumido en una tristeza nunca antes
sentida por la forma como se sucedieron los acontecimientos que sucintamente relataré. Ha permitido después de pasar por el asombro,
estupor, y sentimientos encontrados de tristeza, reproche y otras cosas, a un
análisis personal de replanteo y
reflexión de lo que es mi vida, mi relación con Dios, los seres queridos, sean
estos familiares o amigos y una forma nueva de enfrentar la vida de cara al
futuro.
En menos de tres días perdí a un amigo muy querido de la infancia Sergio Bermúdez, producto de una penosa enfermedad y tres días después el día del cumpleaños de Sergio perdí a mi sobrino Renzo Casella Orrego en un accidente de tránsito en la flor de su juventud (25 años).
De
verdad que es duro pasar por lo que he vivido y no se lo deseo ni a mi peor
enemigo, pero conforme van pasando los
días y las aguas vuelven a su nivel, nuevamente puedo ver con mayor objetividad las cosas y poder
hacerme las preguntas y los cuestionamientos con una mejor claridad.
Sergio de niño |
Mi
primer reproche fue hacia Dios en ambas situaciones y le increpaba el ¿por qué
se tiene que ir gente tan buena que no hace daño a nadie y nos deja en la
tierra a tanto desgraciado que no merece vivir, que ha hecho, hace y sigue
haciendo, tanto daño a sus semejantes?. El
segundo reproche fue el ¿Por qué
ambas personas se tuvieron que ir a una edad tan temprana?, teniendo tanto que
dar a los demás. El primero padeciendo una enfermedad que minó sus fuerzas con
mucho dolor y sufrimiento y el segundo de una manera tan súbita y espantosa
como es un accidente.
Pasado
los días y retomando este tema, después
de casi un mes de sucedido estos lamentables hechos y con más tranquilidad para
pensar y buscar respuestas, y meditando mucho; he llegado a la conclusión que las cosas no
suceden por casualidad sino por causalidad, todo tiene un por qué en la vida
por más doloroso que este pueda ser y de esos “por queés” debemos sacar
lecciones, que nos enseñen a ser mejores
personas con uno mismo y con nuestros semejantes.
Renzo de niño a la derecha con un primo a la izquierda y su hermano mayor Bruno al centro |
Pocos
días después de ocurridos estos sucesos,
hablando con un amigo argentino en el trabajo, le contaba las cosas que me hubieran gustado hacer o
decirle a mi sobrino y a Sergio y no lo hice, de todo el afecto que le tenía o
el de haber pensado en visitar o llamar a Sergio (sin saber que estaba enfermo)
y no haberlo hecho; y me dijo una cosa
que se quedó grabada en mi mente: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de
lo que dice” [1] .
Y es verdad y esto que le sirva de lección
a cualquiera que este leyendo
este artículo, porque yo si pienso aplicarlo en mi vida a futuro. Nunca dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, porque
no sabemos si ese mañana vendrá..
Entre
esas cosas que pienso hacer y ya estoy aplicando para empezar, es reforzar un
acuerdo al que había llegado con mi esposa el mismo día que nos casamos y que hoy
lo pongo en práctica: “de no irnos a la
cama disgustados o enojados por más duro y fuerte que sea el disgusto, porque
no sabremos si al día siguiente alguno de los dos despertará y nos lamentaremos
toda nuestra vida el no haber perdonado
cuando lo pudimos hacer”, por culpa
de un estúpido orgullo que no nos permite ver más allá de nuestras narices.
Pensemos
que el egoísmo es un veneno que nos mata desde adentro, que nos aleja de
nuestros seres queridos y que nos ata a lo material que es efímero, en
detrimento de lo que es verdaderamente
sustancial: el amor, la solidaridad y el afecto verdadero de y a los
seres que nos rodean. El ser mezquino y más hacia nuestros propios seres
queridos, es una bomba de tiempo que tarde o temprano explotará en nuestra cara,
cuando a la persona a la que le negamos
eso que nos pidió ya sea de tipo afectuoso o material no este entre nosotros
más.
Sergio en alguna parte de la sierra del Perú |
Me
he trazado la siguiente meta: que si pienso en un familiar y amigo, lo debo de
llamar o visitar para saber de él o ella, saber cómo está, en que piensa; si
necesita ser escuchado o tener un hombro donde apoyarse, si se siente solo. La
vida es dura y no podemos pasar de lado ignorando si mi semejante está en
problemas o necesidad, cualquiera sea su naturaleza.
Tratar
de hablar con la verdad, no con medias verdades
que son lo mismo que mentiras, la misma palabra de Dios dice: “Conoceréis
La verdad y la verdad os hará libres”[2]. Cuánto
hubiera querido estar aunque sea diez
minutos con Sergio, escucharlo, darle
palabras de aliento, reconfortarlo; y no lo hice cuando estuve el Lima, no
sabía de su enfermedad, pero pensé en él cuándo estuve en dicha ciudad y eso me
apena.
Ahora
soy más consciente, y antes de hablar pienso lo que voy a decir, para no herir
a los demás, porque no quiero que mis palabras afecten a mis semejantes. La
vida enseña a las buenas o a las malas y depende de nosotros que seamos mejores
seres humanos, en vez de lamentarnos toda nuestra vida por haber maltratado a
quien amamos.
Aun
no alcanzo a comprender ¿Por qué Dios se llevó a mi Sobrino y a Sergio? Y le
pido perdón a Dios por haberlo cuestionado, él tiene sus motivos y sus razones
son perfectas, pero de lo que si estoy
seguro es que ellos ya están disfrutando de su presencia.
Finalmente
quería concluir como creyente que soy, en lo siguiente: no nos encerremos en
nuestras propias culpas, egoísmos y depresiones por errores propios, lo hecho,
hecho está y solo nos queda enderezar el rumbo; y eso es muy difícil de hacerlo
solos desde nuestra esquina.
Renzo hace un par de años |
Busquemos a Dios en todo momento y lugar, que
él será el mejor bálsamo para calmar nuestras penas, dolores y angustias, no esperemos
recurrir solo a él cuando nos sintamos afligidos, temerosos o en necesidad y
después, cuando pase la tormenta nos
olvidemos de su existencia como si nada, o a los que yo llamo creyentes
“sociales” que en el fondo no lo son y que solo se reúnen en un
templo por algún evento que los congrega como un bautizo, matrimonio, comunión
o funeral ignorando la presencia de Dios mismo.
La
búsqueda de Dios y su presencia, no está en ningún templo construido por
hombres, ni en la elocuencia de tal o
cuál predicador o sacerdote. Está en nuestro corazón y allí desde lo más
profundo de nuestro ser, pedirle que nos guie y tome control de nuestra vida
para iniciar ese cambio del que hablo.
En
el momento que estoy escribiendo esto, empieza la Semana Santa, y solo quiero que
estas palabras sirvan de reflexión y de un encuentro íntimo con Dios para los
creyentes. Y para los no creyentes o agnósticos para ser mejores seres humanos.
José
Fernando Orrego Mir
Miami
1 de abril del 2015