El valor de la amistad: A
Sergio
Por: José Fernando Orrego Mir
Hay una
vieja frase que dice que: “uno nace con
los hermanos, pero escoge a sus amigos” y no hay nada más cierto. Los lazos
que nos unen a nuestros hermanos, padres, primos o tíos se dan simplemente porque llevamos la misma
sangre y ese es el factor que en torno a
ella nos aglutina. Es una unión fuerte eso lo sé, porque nuestro primer círculo
de amistades se da al interior del hogar,
con los hermanos y padres en un primer momento y después con los primos y tíos; las circunstancias naturales de ese vínculo
sanguíneo, el primero de nuestras vidas, es el génesis donde allí comienzan a
formarse nuestras primeras experiencias.
Es por eso que cuando un familiar rompe esa regla y le falla a la familia
(principalmente cuando se da entre hermanos) la desazón es grande y uno se
lleva las más grandes de las desilusiones; porque piensas que uno de los nuestros, la
persona que lleva tu misma sangre nunca te va a fallar o clavar un puñal por la
espalda a toda la familia. Nosotros no sabemos lo que para el familiar que
rompe la regla es el valor de la lealtad a la familia, él simplemente cayó en ese grupo de sangre,
no pidió nacer, ni elegir, ni venir al
mundo en ese ambiente y es por eso que puede mirar al resto de sus
consanguíneos con desdén y desprecio, pues para él los valores le valdrán poco o
nada.
El
elegir a un amigo, amigo de verdad, es una tarea que se da espontáneamente, ya
sea por afinidad de cosas, aficiones,
pensamientos o edad y se hace indestructible y más sólida con el paso
del tiempo, uno puede dejar de ver a su amigo de toda la vida por veinte, cuarenta
o cincuenta años, pero el reencuentro será como si nos hubiéramos visto ayer
mismo. Es por eso que cuando se rompe una verdadera amistad, duele más que si
uno rompe con un hermano de sangre y eso es fácil de explicar aunque difícil de
comprender: al no unirnos ningún lazo de sangre con los amigos, sino la amistad
pura hace más dolorosa la ruptura.
Todo
lo contrario sucede cuando empezamos a elegir a nuestros amigos, no sé si les
ha pasado pero uno tiene amigos de diferentes lados, situaciones y locaciones.
En todo lugar y momento podemos hacer
grandes amistades, y aunque cada uno tiene igual valor hay un especial
sentimiento por cada uno de ellos. En otras palabras: el sentimiento que se puede
tener por los primeros amigos de la infancia (calle o Barrio) es diferente al
de los amigos del colegio, universidad, trabajo o lo que sea. No digo que uno
sea mejor que otro pero la sensación es distinta entre todas. Bueno esa es mi percepción.
He
querido hacer ese análisis previo de lo que representa para mí el valor de la
amistad, porque cuando uno pierde un
amigo físicamente y en especial uno tan
entrañable se hace difícil poder explicar con palabras lo que se siente, y eso es lo que me está
ocurriendo en este momento, la desaparición física de Sergio Bermúdez fue para
mí como para muchos que lo conocieron como un mazazo en la cabeza, un baldazo de agua fría de saber que una
persona tan jovial, extrovertida y hasta loco (en el buen término de la
palabra) ya no este entre nosotros.
Sergio
fue de ese primer grupo de amigos que
uno hace cuando rompe el cascarón del vínculo familiar, tanto mis hermanas
Virginia como Gaby y el que escribe, tuvimos la suerte de conocer a los hermanos Bermúdez
Rosell; eran seis en total, dos hermanas mayores, Sonia, Silvia, luego Alejandro, y después la recordada
Sandrita, Lorena y Sergio con los cuales formamos el grupo, a ellos tres, tanto
mis hermanas como yo les guardamos un gran cariño y recuerdo por la amistad
sincera y desinteresada que nos
brindaron y viceversa. Por lógica aunque
todos íbamos juntos, las mujeres paraban
más con las mujeres y Sergio y yo por ser hombres parábamos juntos.
Fue una bonita etapa de mi vida que llevo guardada en el corazón, por supuesto
que ese grupo no quedo allí, también estaban otros amigos a los cuales les he
perdido el rastro como el chileno Miguel Concha (Sergio lo molestaba con Miguel Concha ... ¡Conchudo!), Juán (no recuerdo su apellido), y amigos del barrio de Conquistadores también formaban parte de la collera, como
Ernesto Bertoli, Gino y Rafo Salinas, Miguel Treguear, César Y Lucho Peredo,
Enrico y Doménico del Solar, Jorge Y Ricardo Maehira, Gustavo Guerra, Sergio
Cueto, Edgard, Arturo y Pacho Laredo Honores y perdónenme si me olvido de algún
otro.
Anécdotas
con Sergio hay miles, pero como han dicho los amigos que lo recuerdan, su
temperamento y personalidad lo hacían único; era de esos tipos aventados, sin
tapujos, que tocaba el timbre y se metía sin preguntar de frente al dormitorio de uno,
previa escala en la refrigeradora para asaltarla. Pero eso en vez de hacerlo un
niño antipático lo hacía agradable y gracioso para mis padres.
Sergio de niño
vistiendo la camiseta de arquero
|
Recuerdo
que éramos caseritos en el desaparecido Teatrín del Olivar de San Isidro, nos
colábamos a cuanta función se representara
allí, saltando la cerca perimetral. Precisamente allí en el teatrín me referiré a una de sus
genialidades y palomilladas: había un
concurso nacional canino organizado por
el Kennel Club del Perú para elegir a los perros más finos en cada una de sus
razas y no sé cómo hizo Sergio para introducirse al evento con sus dos perros
chuscos, chuscos no… Chusquísimos llamados el Tiger de color negro y el otro
llamado el Mancha porque era tricolor, chuscos y todo Sergio
logró que le dieran un reconocimiento por su participación.
O
como olvidar cuando nos íbamos a la laguna del
parque El Olivar para corretear a
los patos y gansos que allí había, o robarnos los botes que se alquilaban y
hacer correr a los cuidadores de un lugar a otro de la laguna
tratando de atraparnos solo por
el simple hecho de fastidiar. Finalmente me veo obligado a agregar estas dos características de Sandra, Lorena y Sergio: La típica chupada del dedo gordo de la mano con brazo cruzado agarrándose el pabellón de la Oreja y viendo la televisión, (me hacen recordar a los tres monitos que no escuchan, no oyen y no ven); y la famosa frase característica de los Bermúdez Rosell: "La Mamá te llama". Yo sé que cada uno de nosotros tenemos varias
anécdotas que contar sobre Sergio, háganlas como homenaje a su memoria, Gino tú sabes una muy buena cuando se escapó de
su casa. Anímate a contarla porque es graciosísima.
Este
es mi más sincero homenaje a un gran amigo que nos dejó, a tres días de cumplir
cuarenta y siete año de edad. Si bien es verdad no nos veíamos por muchos años, estoy seguro que el reencuentro que no se dio
hubiera sido muy afectuoso y amical.
Sergio con la niña de sus ojos su hija Alejandra |
Me
he tomado la libertad de transcribir un comentario que está después del mio, que a modo de homenaje le
hiciera nuestro amigo de la infancia en común César Peredo, acerca de Sergio y
sus diabluras y que invito a leer también..
Gracias
Sergio por haberme escogido como amigo, tu pata, gracias por tus locuras
loquito, gracias por esos años
infantiles que me permitiste compartir a tu lado, gracias por jugar a
los PIRATAZZZZZ como lo decías tú, eres de esos amigos entrañables de los
cuales es muy difícil romper el vínculo. Te recuerdo con mucho cariño y afecto,
y aunque en este momento tengo un nudo en la garganta, de la tristeza que me
embarga tu partida mientras escribo estas palabras, sé que tú desde arriba
donde te encuentras no quisieras verme ni vernos tristes. A su madre, hermanos
e hija solo puedo decirles que aunque perdimos en la tierra al amigo, hijo,
hermano o padre, ganamos un ángel que
desde arriba nos cuida.
Fotografías: tomadas del Facebook de Sergio Bermúdez
y del grupo de Facebook Barrio de Conquistadores
José
Fernando Orrego Mir
Miami,
5 de marzo del 2015
Adiós a mi amigo Sergio
Por: César Peredo
Hoy
cuatro de marzo del año 2015 falleció mi amigo Sergio Bermúdez, amigo de la
infancia, del barrio. Desde el día de ayer que recién me entere que estaba con
cáncer terminal al hígado y páncreas, no he dejado de pensar en él y recordar
algunas cosas que pasamos juntos. Sergio era un par de años menor que yo, vivía
en una casa en la calle Antero Aspíllaga que es una de las calles que bordea el
bosque El Olivar. La casa era antigua, tal vez de finales del siglo XIX, esas
casas que tienen algo de arquitectura centroeuropea, con techos a dos aguas. La
casa tenía un jardín muy grande donde había una cancha de frontón y algunos
olivos antiguos, calculo que esos árboles tendrían más de 400 años de
antigüedad como muchos de los árboles que aun habitan El Olivar.
En
aquel jardín recuerdo haber jugado
bastantes partidos de fútbol y frontón con todos los vacilones y piconerías
respectivas. Me acuerdo que en el primer piso de la casa la mamá de Sergio
tenía un taller de costura y era algo grande porque tenía a varias operarias
trabajando en ello. Recuerdo haber pasado buenos ratos con Sergio, muchas veces
me invitaba a quedarme a almorzar con él y la empleada de la casa nos subía el
almuerzo al dormitorio de Sergio. También recuerdo que en repetidas
oportunidades subíamos a huevear a la azotea de su casa en donde habían algunas
cosas tiradas por ya estar inservibles, lo bacán de esa azotea era que tenía una
especie de escondites, desde la calle el tercer piso parecía existir ya que la
fachada dejaba ver un supuesto tercer nivel, sin embargo este no existía, solo
era finta, solo era fachada, como las que se utilizan en los estudios fílmicos.
Este detalle era el que hacía de esa azotea algo diferente.
Sergio
también iba a mi casa a jugar tapas o simplemente a huevear, me acuerdo que él
no se media a la hora de hablar y disparaba las lisuras sin cuidar su lenguaje
delante de los adultos, es así que mi vieja decía que Sergio era un lisuriento,
que tenía boquita de caramelo, jajá. Después de unos años dejamos de vernos, yo
a los 15 años ingrese al conservatorio a estudiar música y mi círculo de amigos
cambio, Sergio ingresó al colegio militar y sus amistades también cambiaron.
Recién hace un par de años nos reencontramos virtualmente a través del Facebook
y conversamos un par de veces, incluso estábamos planeando organizar un
campeonato de tapas para reencontrarnos con la gente del barrio. Anteayer me entere a través de
Fernando Orrego que estaba con cáncer terminal y desde ese momento he estado
evocando las huevadas que hacíamos, siento una tristeza grande por la partida
prematura del loco Sergio. Cuando me enteré, se me subió la presión por lo
emotivo de la situación, tanto así que ayer tuve que ir a un centro de salud a
que me medicaran algo para bajarla. Más tarde pasare por el velorio de Sergio a
darle el último adiós.
Descansa
en paz querido y siempre recordado Sergio.
César
Peredo Medina.
Miraflores,
5 de marzo del 2015
HUBO UNA EPOCA EN LA QUE PARAMOS JUNTOS TODOS LOS DIAS..EN ESA TIEMPO, SERGIO ERA EL ARQUERO DEL EQUIPO DEL BARRIO DE NUESTRA PROMOCION. ERA UN ARQUERAZO,UN TIPO AUNTENTICO QUE HACIA LO QUE SENTIA Y TE DECIA LO QUE PENSABA EN LA CARA COLECCIONABAMOS LATAS Y CAJETILLAS DE CIGARROS RECUERDO QUE SE SABIA LA CLAVE DE UNA CAJA FUERTE QUE HABIA EN SU CASA Y SE PELABA EL BILLETE PARA INVITAR A SUS AMIGOS A MANOS LLENAS. SIEMPRE COMPARTIA TODO CON SUS PATAS.
ResponderBorrarDEPUES NOS DISTANCIAMOS UN POCO Y ENTRO EN EL LEONCIO PRADO, CUANDO SALIO DEL COLEGIO MILITAR , ENTRO AL SAN AGUSTIN..ESTABA MAS EMBALADO QUE NUNCA Y NO HUBO QUIMICA CON LOS CURAS, LA DISCIPLINA NO ERA PARA EL.. NO DURO NI UN ANIO. ESA FUE LA ULTIMA VEZ QUE SUPE DE EL., HASTA AYER QUE FERNANDO ME AVISO DE SU PARTIDA. DESCANSA EN PAZ SERGIO. HASTA SIEMPRE LOCO.
Yo recuerdo esta anécdota que me viene a la mente, cada vez que iba yo o mis hermanas a su casa y los encontrábamos viendo televisión, estaban Sandra, Lorena y Sergio chupándose el dedo gordo de la mano y con la otra mano en forma cruzada se agarraban el pabellón de la oreja, o cuando Sergio que era recontra picón te botaba de su casa: <> te decia , yo le respondia:- esta bien me botas tú, pero ahora vengo a ver a Lorena y Sandra así que me quedo- y se irritaba más
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