sábado, 4 de octubre de 2014

"¡Oe ya, deja trabajar oye!"

                                                       
                                             
                                                         "¡Oe ya, deja trabajar oye!"

El día de hoy viernes 3 de octubre me levanté sin tener nada claro sobre que escribir, tenía varias ideas pero ninguna llegaba a cuajar en mi cabeza, así que haciendo una rápida revisada de mi Facebook me tropecé con un comentario curioso pero muy cierto escrito por mi amigo de la universidad Felipe del Río en su Facebook y que viene a pelo no solo para estos momentos pre-electorales municipales que estamos viviendo,  sino también para toda esta situación general por la que está atravesando nuestro país. Esto fue lo que él escribió y cito: “El relajo con el que mucha gente observa y deja pasar los temas que tienen que ver con la falta de ética, moral o principios, me recuerda a las respuestas que dan los cobradores de esos micros conchudazos a los que uno se acerca a reclamar cuando cometen una imprudencia, paran donde no deben o bloquean todo el tráfico... "¡Oe ya, deja trabajar oye!"


Y es que  nos hemos acostumbrados a ver como normal lo que es anormal a asumirla como una característica inherente muy propia, la ventaja y el oportunismo manifestada en todos los estamentos de nuestra vida; en los poderes del estado, en el funcionario público, en las autoridades civiles o fuerzas del orden; en el saqueo y destrucción de nuestras ruinas arqueológicas, en ver nuestras ciudades pintarrajeadas y con basurales en las calles, en la apropiación de la calle por los ambulantes aduciendo que tiene que trabajar; o ver a algún tipo común y corriente usando de letrina pública una pared o árbol se ha convertido en parte de lo normal y aceptable entre los peruanos. Estamos creando una cultura del “y a ti que chu..., ¿acaso es tuyo?” en nuestros niños y jóvenes.



Es la ley de la selva, el vivo, el pendejo que saca ventaja de la situación y que ve como estúpido o anormal al que respeta la luz roja, al que devuelve el cambio de más que te da un cajero o el que cede el asiento a los ancianos. La pendejada o la criollada se celebra muchas veces como una característica positiva y pícara del peruano cuando en realidad muestra su lado vergonzoso y más vergonzoso se vuelve cuando un extranjero o turista del primer mundo que no está acostumbrado a este tipo de manifestaciones nos avergüenza sin querer enrostrándonos  los errores y falta de educación in situ.
Nos sentimos orgullosos de nuestro pasado histórico, de nuestra gastronomía tan de moda a nivel internacional, del boom económico sufrido por el Perú en los últimos años que nos hace sentirnos ya casi que acariciáramos ser parte del primer mundo; o de sentirnos casi una potencia económica de primer nivel dentro de pocos años. Nada más lejos de la realidad, sin negar los logros muy positivos obtenidos en los últimos tiempos eso no basta para ser y reconocernos como una  sociedad que progresa, eso es auto engañarnos pensando que eso es el desarrollo.


Soy un convencido que obtener y llegar a alcanzar el logro de país desarrollado se  conseguirá  solamente a través de la educación y la cultura y para eso  se necesita hacer una transformación profunda en el sistema educativo y en el cambio de mentalidades,  el estado debe tener el firme propósito de apostar por una educación integral desde los primeros años escolares: inicial, primaria, secundaria y culminarlos con los niveles de  enseñanza superior. No solo aumentándole un sustancioso porcentaje al actual presupuesto franciscano que se le asigna del erario de la república, si no creando y mejorando la infraestructura ya existente, becando, capacitando y seleccionando una mejor calidad de profesores, bien remunerados y evaluados constantemente; donde las universidades sean centros de investigación, estudio y desarrollo del pensamiento y raciocinio y no guarida de grupos extremistas que intentan socavar la institucionalidad y la democracia.


Países como Finlandia y Corea del Sur con menos recursos naturales que el nuestro apostaron por su mayor y mejor recurso: la población joven a través de la educación, y  lo pusieron en práctica aproximadamente hace más de treinta años;  países pobres devastados por una guerra fratricida como el caso de Corea o de una Finlandia que tiene inviernos inclementes y con diez meses del año nieves polares que cubren toda su superficie, hicieron posible ese milagro. Países  sin mayor presencia a nivel mundial y con un sin número de obstáculos nos demuestran hoy que con orden, disciplina y un norte a seguir se pueden conseguir y alcanzar dichas metas e ideales, al presente podemos ver los resultados de esa apuesta por su futuro: profesionales con alto grado de preparación en sociedades más competitivas, del primer mundo, con un alto ingreso per cápita y respetuosas de las leyes y las normas. 

                                      
                                                   Foto: www.podestaprensa.com

No estamos lejos de lograrlo si nos lo proponemos, pero para eso hace falta voluntad de la clase dirigencial y tener ideas claras para llevarlo a cabo  en una operación a corto, mediano y largo plazo.
Sé que la educación y formación comienza en casa desde los primeros años por parte de nuestros padres y es allí donde se inculcan los valores que nos van a marcar el resto de nuestra vida. También sé que no todos los peruanos son como los que mencione líneas arriba, hay peruanos bien intencionados con valores que desearían ver ese cambio  de actitud, permisibilidad y agresividad hacia nosotros mismos, a ellos va mi mensaje y a todo aquel que quiera marcar la diferencia, un mensaje de reconstrucción y vuelta a defender  nuestros derechos y entender que nuestros derechos acaban donde empiezan los derechos del otro. A saber cuáles son nuestros deberes e inculcarlo a los demás; esto es sencillo partiendo de lo mas elemental: simplemente con indicarle  al que arroja papeles a la calle a que lo recoja y no lo haga de nuevo, a respetar a nuestras mujeres, a exigir al microbusero a que se detenga en los paraderos indicados y no nos deje en medio de la calle,  a pedir un baño en un restaurant o sitio público y no usar los árboles o paredes de la calle, a desarrollar el gusto por la lectura, las artes, los deportes, la investigación, el conocimiento y el saber.


Los que vivimos, hemos vivido o visitado otros países con mayor desarrollo y cultura cívica saben de qué estoy hablando y nos choca y molesta regresar a nuestra tierra  tan querida y amada y ver que muchas cosas siguen igual, sin modificar o peor y nos disgusta porque vemos que no hemos madurado como nación en cosas tan elementales como estas que he mencionado antes.


Por otro lado nos hemos acostumbrados a quedarnos en ese estado casi catatónico, crónico y perenne de disconformidad, reflejado por ejemplo en esas barras bravas de fútbol que  cada fin de semana muestran su frustración y falta de oportunidades con actos vandálicos hacia la integridad del contrario o hacia la propiedad pública y privada, solamente atinamos a levantar los hombros y continuar  para demostrar nuestra disconformidad o rechazo o lo que es peor mostrar nuestra indiferencia.


Renegamos y acusamos de ladrones y oportunistas a las autoridades que elegimos, sea esta municipal, regional, judicial, congresal o presidencial, estamos inmunizados y vacunados con dosis de mediocridad y pasividad hacia la sinvergüencería  de nuestras autoridades, solo atinamos a quejarnos y a aceptar al menos malos de  todos, hemos aceptado como una cualidad de quienes nos gobiernan, la falta de ética, de moral o principios que mi amigo Felipe describió en su comentario de Facebook y no nos hemos tomado el tiempo de leer ni siquiera el encabezado de los planes y propuestas de gobierno de los distintos candidatos, para  emitir un voto a conciencia. El robo con obras, la improvisación con el carisma, el candidato simpaticón que nos convence de darle nuestro voto al movimiento de una técnocumbia o ritmo de moda, el que nos regala dádivas y cuartos de pollo a la brasa se ha convertido en los únicos planteamientos de gobierno de los candidatos, demostrando la pobreza de argumentos cargados de demagogia y falta de propuestas serias. 



                                                           Foto Diario La República          
                         

No permitamos  que aparezcan o regresen en estas elecciones municipales que tenemos ad portas personajes como Castañeda que han optado por hacer del mutis como campaña, teniendo muchas cosas por explicar de su anterior  administración; o algún otro ex alcalde o alcalde que van por una nueva reelección y que han saqueado las arcas municipales de  sus jurisdicciones a su antojo o de aquellos que no han hecho absolutamente nada por su distrito o  de esos nuevos Cesar Álvarez, Gerardo Viñas, Gregorio Santos, Cesar Acuña y otros  impresentables que han hecho de sus regiones sus feudos extorsionando, asesinando y callando a la prensa contraria a sus intereses o a congresistas que son una vergüenza pública para el país como los come oros, roba cables, proxenetas para mencionar a unos cuantos.


Este domingo 5 de octubre tenemos la oportunidad de cambiar esta situación no nos dejemos llevar por la propaganda, el simplismo y las sonrisas de pasta de dientes que muestran nuestros candidatos, informémonos mejor y ayudemos a informar y enseñar a los indecisos por quién votar; es tiempo de darle oportunidad a la seriedad y a la madurez cívica si queremos dar nuestros primeros pasos hacia una  sociedad más parecida  a países del primer mundo, más justa, civilizada y desarrollada; empecemos a abandonar la cultura chicha de la improvisación, el facilismo, la falta de ética, falta de moral, del relajo y la conchudez.

José Fernando Orrego Mir
Miami, Florida 3 de octubre del 2014

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Foto del encabezado:  diario la primera 7 de setiembre del 2010