domingo, 17 de septiembre de 2017

La íncreible, tormentosa y huracanada historia de Harvey, Katia, Irma, José, María y Lee.



La cuestión es así: resulta que Katia estaba casada con Harvey pero tenía un entripado con José, Irma amante de José se enteró del asunto y fue en búsqueda de la primera para romperle el alma, después de partirle la cara a Katia quiso destruir los lugares donde ellos habían tenido sus amorosos y secretos encuentros, por indicaciones de Harvey éste le dijo dónde habían tenido sus choques y fugas, recorrió todo el caribe y destruyó todas las islas a su paso, incluyendo Puerto Rico, La Española, Cuba y en especial la Florida, donde estuvieron y vivieron más tiempo su tórrido romance; en México Katia ocasionó un verdadero terremoto, porque Josecito nunca llegó a la cita. En su arrebato y furia por ser engañada por José, Irma juró vengarse y no dejar piedra sobre piedra como escarmiento para ambos.

La iracunda Irma desconocia que José estaba casado con María, así que ante ésta noticia se sintió doblemente engañada por el granuja de José. Ahora viene lo bueno: Irma no sabía que llegó a oídos de María todo el destrozo que había ocasionado en su arrebato de ira, así que María decidió ir en búsqueda de Irma para darle una paliza de padre y señor mío, pero eso si inteligentemente dejó pasar unos días hasta esperar que se calme Irma pues ésta es muy grandota y había que agarrarla con la guardia baja, de José se encargaría después.


Pobre José, en realidad de pobre no tiene nada, y lo que le espera no se lo deseo a nadie, por graciosito y seductor se le suma la ira de celos de Lee, marido de Irma, el gringo que enterado de lo sucedido, dejó todo lo que estaba haciendo en África para darle un escarmiento, y ha jurado no descansar hasta dejarle el ojo morado.



Lo que a José le espera de Irma, María y Lee es de temer. Al José, si, José el mujeriego y seductor huracán que ahora se hace el loco y se va por otro lado y su tornado incontenible que tiene entre las piernas, simplemente quedará reducido a un simple silvido de pajarito.

José F. Orrego Mir

Miami, septiembre 17 del 2017