jueves, 2 de abril de 2015

Reflexiones después de la tormenta

               


    Reflexiones después de la tormenta


Recientemente  mi familia y quien escribe han pasado momentos muy duros emocionalmente hablando, y esta situación a todos  nos ha sumido en una tristeza nunca antes sentida por la forma como se sucedieron los acontecimientos que  sucintamente relataré.  Ha permitido después de pasar por el asombro, estupor, y sentimientos encontrados de tristeza, reproche y otras cosas, a un análisis personal  de replanteo y reflexión de lo que es mi vida, mi relación con Dios, los seres queridos, sean estos familiares o amigos y una forma nueva de enfrentar la vida de cara al futuro.



En menos de tres días perdí a un amigo muy querido de la infancia Sergio Bermúdez,  producto de una penosa enfermedad y tres días después el día del cumpleaños de Sergio perdí a mi sobrino Renzo Casella Orrego en un accidente de tránsito en la flor de su juventud (25 años).


De verdad que es duro pasar por lo que he vivido y no se lo deseo ni a mi peor enemigo, pero  conforme van pasando los días y las aguas vuelven a su nivel, nuevamente puedo ver  con mayor objetividad las cosas y poder hacerme las preguntas y los cuestionamientos con una mejor claridad.


Sergio de niño
 Mi primer reproche fue hacia Dios en ambas situaciones y le increpaba el ¿por qué se tiene que ir gente tan buena que no hace daño a nadie y nos deja en la tierra a tanto desgraciado que no merece vivir, que ha hecho, hace y sigue haciendo, tanto daño a sus semejantes?. El  segundo reproche fue  el ¿Por qué ambas personas se tuvieron que ir a una edad tan temprana?, teniendo tanto que dar a los demás. El primero padeciendo una enfermedad que minó sus fuerzas con mucho dolor y sufrimiento y el segundo de una manera tan súbita y espantosa como es un accidente.


Pasado los días y retomando  este tema, después de casi un mes de sucedido estos lamentables hechos y con más tranquilidad para pensar  y buscar respuestas,  y meditando mucho;  he llegado a la conclusión que las cosas no suceden por casualidad sino por causalidad, todo tiene un por qué en la vida por más doloroso que este pueda ser y de esos “por queés” debemos sacar lecciones,  que nos enseñen a ser mejores personas con uno mismo y con nuestros semejantes.


Renzo de niño a la derecha con un primo a la izquierda
y su hermano mayor Bruno al centro
Pocos días después  de ocurridos estos sucesos, hablando con un amigo argentino en el trabajo, le contaba  las cosas que me hubieran gustado hacer o decirle a mi sobrino y a Sergio y no lo hice, de todo el afecto que le tenía o el de haber pensado en visitar o llamar a Sergio (sin saber que estaba enfermo) y no haberlo hecho; y  me dijo una cosa que se quedó grabada en mi mente: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice” [1] . Y es verdad y esto que le sirva de lección  a cualquiera que este leyendo  este artículo, porque yo si pienso aplicarlo en mi vida  a futuro. Nunca dejar  para mañana lo que podemos hacer hoy, porque no sabemos si ese mañana vendrá..


Entre esas cosas que pienso hacer y ya estoy aplicando para empezar, es reforzar un acuerdo al que había llegado con mi esposa el mismo día que nos casamos y que hoy lo pongo en práctica: “de no irnos a la cama disgustados o enojados por más duro y fuerte que sea el disgusto, porque no sabremos si al día siguiente alguno de los dos despertará y nos lamentaremos toda nuestra vida  el no haber perdonado cuando lo pudimos hacer”,  por culpa de un estúpido orgullo que no nos permite ver más allá de nuestras narices.


Pensemos que el egoísmo es un veneno que nos mata desde adentro, que nos aleja de nuestros seres queridos y que nos ata a lo material que es efímero, en detrimento de lo que es verdaderamente  sustancial: el amor, la solidaridad y el afecto verdadero de y a los seres que nos rodean. El ser mezquino y más hacia nuestros propios seres queridos, es una bomba de tiempo que tarde o temprano explotará en nuestra cara, cuando a la persona  a la que le negamos eso que nos pidió ya sea de tipo afectuoso o material no este entre nosotros más.


Sergio en alguna parte de la sierra del Perú
Me he trazado la siguiente meta: que si pienso en un familiar y amigo, lo debo de llamar o visitar para saber de él o ella, saber cómo está, en que piensa; si necesita ser escuchado o tener un hombro donde apoyarse, si se siente solo. La vida es dura y no podemos pasar de lado ignorando si mi semejante está en problemas o necesidad, cualquiera sea su naturaleza.


Tratar de hablar con la verdad, no con medias verdades  que son lo mismo que mentiras, la misma palabra de Dios dice: “Conoceréis La verdad y la verdad os hará libres”[2]Cuánto hubiera querido estar  aunque sea diez minutos  con Sergio, escucharlo, darle palabras de aliento, reconfortarlo; y no lo hice cuando estuve el Lima, no sabía de su enfermedad, pero pensé en él cuándo estuve en dicha ciudad y eso me apena.


Ahora soy más consciente, y antes de hablar pienso lo que voy a decir, para no herir a los demás, porque no quiero que mis palabras afecten a mis semejantes. La vida enseña a las buenas o a las malas y depende de nosotros que seamos mejores seres humanos, en vez de lamentarnos toda nuestra vida por haber maltratado a quien amamos.


Aun no alcanzo a comprender ¿Por qué Dios se llevó a mi Sobrino y a Sergio? Y le pido perdón a Dios por haberlo cuestionado, él tiene sus motivos y sus razones son perfectas,  pero de lo que si estoy seguro es que ellos ya están disfrutando de su presencia.


Finalmente quería concluir como creyente que soy, en lo siguiente: no nos encerremos en nuestras propias culpas, egoísmos y depresiones por errores propios, lo hecho, hecho está y solo nos queda enderezar el rumbo; y eso es muy difícil de hacerlo solos desde nuestra esquina.


Renzo hace un par de años
 Busquemos a Dios en todo momento y lugar, que él será el mejor bálsamo para calmar nuestras penas, dolores y angustias, no esperemos recurrir solo a él cuando nos sintamos afligidos, temerosos o en necesidad y después, cuando pase la tormenta nos olvidemos de su existencia como si nada, o a los que yo llamo creyentes “sociales” que en el fondo no lo son y que solo se reúnen en un templo por algún evento que los congrega como un bautizo, matrimonio, comunión o funeral ignorando la presencia de Dios mismo.


La búsqueda de Dios y su presencia, no está en ningún templo construido por hombres, ni en la elocuencia de  tal o cuál predicador o sacerdote. Está en nuestro corazón y allí desde lo más profundo de nuestro ser, pedirle que nos guie y tome control de nuestra vida para iniciar ese cambio del que hablo.


En el momento que estoy escribiendo esto, empieza la Semana Santa, y solo quiero que estas palabras sirvan de reflexión y de un encuentro íntimo con Dios para los creyentes. Y para los no creyentes o agnósticos para ser mejores seres humanos.


José Fernando Orrego Mir

Miami 1 de abril del 2015






[1] Frase acuñada por el padre del Psicoanálisis  Sigmund Freud (1856 – 1939)
[2] Juan 8:31-32  La Biblia “Dios habla hoy”  Versión Reyna Valera 1960

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